Es interesante reflexionar en algunas temáticas que nos trae el cine, sobre todo cuando abordan temas reales que nos confrontan con problemas cercanos. Las imágenes de la historia nos puede ir facilitando hacer comparaciones y críticas diversas a la vez que reformulamos y emitimos nuestros propios juicios al respecto. Es un buen complemento a la lectura.
Ahora acabo de ver la película Brasileña “Tropa de Élite” en un canal de cable (1). Para el ojo del público de esta lado del Mercosur el filme sigue el mismo estilo de “Cidade de Deus” (Ciudad de Dios) de Fernando Meirelles en el 2003: Hilo conductor de la película en base a disyuntivas violentas y muy reales de personajes dramáticamente incluidos en el conflicto. Una estética cruda que refleja la sociedad brasileña y sus contradicciones internas sobre el conflicto de la criminalidad, en estos dos casos de la famosa ciudad carioca. La violencia se muestra sin más rodeos y abruma la naturalidad de cómo se llevan adelante los crímenes. Eso lleva al espectador a situarse de inmediato “dentro” de la realidad que la película desea reflejar, distinto al artístico y arquetipizado policial hollywoodense. Y ésta diferencia que plantea el cine brasileño es parte de una tendencia de tintes documentalistas que en América Latina chisporrotea a la hora de reflejar el conflicto social en países como México para dar un ejemplo.
El inicio de la militarización de las fuerzas de seguridad en Brasil tiene causales diferentes al horrendo presente de Colombia y México, por causas que no se analizaran aqui. La desigualdad social y la pauperización de un sector de su población, sumado a un Estado corrupto y que lucha para mantener su autoridad ante la ola de criminalidad, hace exista una connivencia entre la Policía (el Estado por ende) y la criminalidad. El Estado regula el delito enmarcándolo en ciertos sectores geográficos y de clase de la sociedad, le permite su actividad regulándolo y, lo peor, siendo partícipe de sus ganancias. Esto hace a un cierto equilibrio entre el Estado y la criminalidad, frágil por cierto, pero que extiende ante los ojos de la sociedad y de los medios de comunicación una sensación de control sobre las actividades ilícitas (2).
“El peor problema es cuando entran en acción los policías honestos” dice en una parte el relator que va siguiendo el hilo de los acontecimientos en “Tropa de élite”. Este equilibrio es falible, pues se alimenta de un doble discurso donde los “códigos” se valen del sentido común y en valores culturales de lealtad y compañerismo que entran en contradicción con la ley y la justicia misma cuando son aplicados. Así pues la precariedad de este, podríamos llamarlo, “pacto de convivencia” requiere que se determine, mediante un juicio de valor parcial y que casi siempre golpea a los mismos (pobres, gente sin mayor influencia para protegerse) donde se llevaran adelante los actos delictivos. Marcelo Fabián Sain (3) en un artículo publicado sobre el tema detalló magistralmente este riesgoso péndulo que equilibra entre una crepitante sensación de seguridad/inseguridad y el doble discurso: " Regular significa ajustar el funcionamiento de un sistema o agrupamiento a determinados fines mediante la imposición de un conjunto de reglas o normas y velar por el efectivo cumplimiento de las mismas por parte de los sujetos del sistema o agrupamiento”.
Es claro que la realidad de la criminalidad de nuestro país es muy diferente con el de Brasil, diferente para bien a favor nuestro. Y así podemos decir que Salta, a diferencia de los grandes centros urbanos de Buenos Aires, Córdoba o Rosario, es agraciada por no contar con los conflictos de tamaña envergadura que se sufre allá; pero no es porque no los haya aquí, sino que su intensidad disminuye.
Aunque hay que resaltar, y en esto incluyo a la parte norte de nuestra provincia, que la militarización de nuestra zona (departamentos Orán y San Martín) por parte de fuerzas de seguridad nacionales va incluyendo aristas que nos aproximan peligrosamente a otros núcleos de conflicto de América Latina. Y la cuestión va en la misma vía que en los policiales del cine brasileño: el narcotráfico. Y he aquí una cuestión que no ha de desmerecerse, particularmente a quienes elegimos seguir viviendo aquí, en el norte de Salta. Últimamente la proliferación de delitos violentos asociados no solo al narcotráfico sigue el mismo curso que otros países supieron tener. Y es aquí donde surge la necesidad urgida de saber que políticas se ha de llevar a cabo, sean estas no solo de represión del delito cometido, sino de la prevención.
Encuentro esta relación, pues creo que no se haya lejos el tiempo en que la política destinada al conflicto se determine en la militarización como respuesta al combate del crimen mismo, (esto no hace énfasis en la prevención) con el consiguiente peligro de la violencia de todo tipo que esto genera, tal como refleja “Tropa de Élite” magistralmente. Y que una suerte de “regulación del crimen” nos ponga en el atolladero final de las soluciones superficiales (“parches” en el vulgo hablar) que jamás conduzcan a la solución de fondo del problema.
En el principio de esta década el cine yanqui nos regaló “Traffic” (4) , esta interesante película gira en torno de 5 historias diferentes. Pero, lo más llamativo, es que intenta abordar el tema del narcotráfico siguiendo los sucesos desde los dos países involucrados en la trama, México y los Estados Unidos. Allí el juego de colores calientes (el primer país) y fríos (el segundo) convierte en muy evidente al espectador en donde se sitúa geográficamente las secuencias. Una escena en particular del diálogo ilustra a lo que llega la militarización del combate antidrogas y la corrupción: En que el General Salazar (Tomas Milian) y el Juez Robert Wakefield (Michael Douglas) en que al preguntarle este último que políticas de contención tenían el primero responde que era mejor tener menos adictos… Una pregunta que podemos hacer es ¿Para algunos responsables de abordar la problemática piensan que, después de todo, el tratamiento de los adictos es un tema menor, pues es mejor tener menos de ellos? No es menor la comparación y el cuestionamiento, pues en el presente tenemos un gran riesgo de terminar enfocando el accionar de las fuerzas de seguridad contra el narcotráfico, en una suerte de guerra interna abierta, que a otras medidas destinadas a salvar a nuestros jóvenes. Por ello soy de desconfiar de políticos y demás que son muy afectos a la hora de estar presentes ante las cámaras cuando se muestran los resultados de los operativos como el secuestro de estupefacientes, la detención de “narcos”, la quema de lo incautado, etc. No es que reste importancia a esto, pero es una salida muy fácil ponerse al lado de los resultados del accionar judicial y no ocuparse de lleno a la prevención y contención. Es cierto, es mucho más llamativo en la televisión y más impactante en los titulares de los diarios lo primero que lo segundo. Pero para ello somos nosotros, los ciudadanos, la gente, el pueblo, los que debemos saber detectar a los amigos de las cámaras y del discurso fácil del fusil en mano: Saber detectar quienes en realidad o no saben nada del tema y/o no les interesa, y a quienes solo buscan colgarse del fuerte impacto de las noticias sobre algún obrante de las fuerzas de seguridad. Por lo general esta desidia viene acompañada por discursos de mano dura y esto, en virtud de los calamitosos ejemplos de países de América Latina, implica un riesgo a mediano y largo plazo, que no es dimensionado de ninguna manera por quien lo dice.
El escritor mexicano Carlos Fuentes (5) se lamenta del desastre en su país en que terminó el ataque frontal contra este tipo de delincuencia, algo que ha desgarrado y sumido al país azteca en una ola de violencia calamitosa y que los últimos hechos de sangre retratan hasta donde el Estado se ha corrompido y es hasta puesto en riesgo de existencia (6) . La comparación nos no tiene que parecer lejana, puesto que la impericia, el desconocimiento y la búsqueda de salidas fáciles nos pueden llevar a estar cercanos a esta realidad; Máxime cuando las condiciones de nuestro presente son insospechadamente similares. ¿Tendremos seguridad si esto pasa? Muy evidentemente la respuesta es NO, al contrario.
Las políticas mediocres terminan causando incendios aún en el desierto.
Otto H. A. Pinto Trigo
1 Tropa de Élite. José Padilha 2007. Basada en el libro “Élite da tropa”, 2003, del sociólogo Luiz Eduardo Soares.
2 En el corazón de la violencia. Raphael Gomide. Le Monde diplomatique Año III, Número 28, Agosto de 2009.
3 Marcelo Fabián Sain Universidad Nacional de Quilmes “La policía, socio y árbrito de los negocios criminales” Le Monde Dipomatique, edición cono sur Julio 2010.
4 Traffic. Steven Soderbergh. año 2000
5 Batalla perdida, el enfrentamiento directo contra el narco. Carlos Fuentes – La Jornada, México 12/02/10.
6 México: guardias dejan a reos "salir a matar" BBC mundo 26/07/10 y Asesinado a tiros el candidato del PRI a gobernador de Tamaulipas. El Mundo, Madrid 29/06/17
Este artículo aparece en: http://fenipo.blogspot.com/2010/07/las-favelas-del-rio-bermejo.html